El volante, de elemento fundamental del coche a… ¿la desaparición?
Todo lo que tiene que ver con la automoción sufre, constantemente, cambios y mejoras influenciados por el desarrollo de este sector que se ha acelerado en las últimas dos décadas. Desde la mecánica y el motor hasta el diseño y la estética, no hay ningún elemento de un vehículo que no se haya transformado con el paso del tiempo.
Así que el volante no iba a ser menos. Esta herramienta, que es tan básica en la conducción, ha tenido una evolución espectacular de mera palanca de dirección a casi un mando más del ordenador de a bordo del coche. Y todo esto, sin que apenas nos hayamos dado cuenta.
Esta andadura puede dividirse en tres grandes etapas y abre una pregunta hacia el futuro incierto de los volantes… ¿desaparecerán? Al parecer, la búsqueda de una conducción autónoma que elimine en gran medida del factor humano pasará por la supresión de los volantes en los coches del futuro (más cercano de lo que pensamos).
Desde la década de los 50, con los primeros años del automovilismo, hasta la década de los 70, se puede resumir la primera etapa de este elemento del coche en el que su diseño era austero y casi incómodo y simplemente era visto como timón de la dirección. En los 60 se le añade el claxon para conciliar el nuevo tráfico motorizado con los peatones.
A partir de los 70, cuando los fabricantes empiezan a preocuparse más por la comodidad de los conductores, y hasta los 2000 se abre una nueva etapa. Primero se empieza forrando los volantes de materiales más acolchados y suaves al tacto, para que la conducción fuera más cómoda y, después, se acaba incorporando la dirección asistida. Así, se consigue reducir los volantes de tamaño.
Por último, desde los 2000 hasta la actualidad, este elemento ha sufrido una meteórica transformación al convertirse en el centro del vehículo. Desde las luces, la radio, la calefacción hasta el control de crucero o de velocidad… el volante es un centro de mando.
A partir de aquí, el futuro que se le augura es, poco a poco, ir desapareciendo en favor de la conducción autónoma pero, hasta que llegue ese momento, quizás los volantes todavía tienen margen de mejorar.