Conducimos el nuevo Mercedes Clase S, un coche con estrella
Y lo hace por todo. Por su tecnología, por su equipamiento, por su dinámica, por su confort de marcha, por su conectividad… para seguir ofreciendo un cóctel que está al alcance de muy pocos fabricantes de coches.
Estamos ante la séptima generación de un modelo que desde su lanzamiento siempre ha estado en boca de todos los amantes de las grandes berlinas de lujo y, por qué no decirlo, de sus competidores. Si el anterior ya era un referente, el nuevo que acabamos de conducir supera lo que parecía insuperable.
Estéticamente cabe destacar el gusto por lo bien hecho. Su carrocería de más de cinco metros de longitud (5,18 metros para ser más exactos en el caso de la carrocería corta probada) desprende el lujo suficiente para no pasar desapercibido al igual que sus ópticas matriciales de ledes. Sin embargo, es en el momento de abrir sus puertas cuando apreciamos realmente el gran trabajo llevado a cabo.
La calidad es extraordinaria en todos y cada uno de sus detalles. Los asientos recogen el cuerpo como un guante y en las plazas traseras (con varios tipos de masaje y su correspondiente climatización incluidas al igual que en los delanteros) se viaja con todo el confort del mundo.
Si nos dirigimos hacía la zona del salpicadero, más de lo mismo. La tecnología se sirve en abundantes raciones insertando una gran pantalla central del tipo OLED con un tamaño de hasta 12,8 pulgadas que es lo más parecido a tener un gran televisor en el coche.
De entrada, no es sencillo su manejo, pero, una vez superado el conveniente periodo de aclimatación, descubriremos un mundo nuevo con los más variados y completos menús para tener todo, lo que se dice todo, bajo control.
El mismo análisis podemos hacer con el tablero de instrumentos que no escatima en utilizar una pantalla digital con tecnología 3D más propia de una nave especial que de un turismo. En este sentido, no hemos visto nada igual, prueba del enorme celo que la firma alemana ha aplicado en esta generación.
En el inicio de su comercialización, el Clase S disfruta de un gama concisa y equilibrada compuesta por dos mecánicas Diésel, el 350 d de 286 CV y el 400 d de 330 CV, y un gasolina de 435 CV (S 500) que se asocia a una microhibridación de 48V que le permite lucir la etiqueta Eco de la DGT. Más adelante, y como cabría imaginar, llegarán versiones electrificadas con todo tipo de soluciones en este sentido.
Para nuestra primera toma de contacto hemos conducido el 400 d 4Matic y las sensaciones han sido harto gratificantes desde el mismo momento de pulsar el botón de arranque. Una vez acomodados en el puesto de conducción, algo que se consigue con suma facilidad gracias a los múltiples reglajes disponibles tanto en el asiento como en el volante, pasamos a la acción.
Su condición de Diésel no pasa desapercibida pero estamos seguros que la mayoría de usuarios que accedan a un coche de este porte nunca se darán cuenta del tipo de combustible utilizado. Todo es suavidad y confort, la sucesión de las marchas es una sinfonía aterciopelada gracias a la eficacia del cambio automático 9G-Tronic y, para que no falte de nada, disponemos de suspensión adaptativa y cinco modos de conducción con un rango de posibilidades para viajar bien con el máximo confort o bien con un dinamismo no de GTI, pero casi.
Con tracción a las cuatro ruedas en este caso, el Clase S es sorprendente por la facilidad con la que se mueve en todo tipo de trazados. Para nada nos damos cuenta de conducir un coche con más de dos toneladas de peso y una carrocería de 5,18 metros. Podemos forzar la máquina mucho más allá de lo que nos dictan los sentidos para disfrutar de su conducción y, en este caso concreto, de bastante potencia para superar con nota cualquier demanda en este apartado.
Otro valor añadido de este modelo es que monta un sistema de conducción autónoma de nivel 2 que, aunque obliga mantener las manos en el volante, detecta las señales de tráfico, mantiene la velocidad y la distancia respecto a otros vehículos e incluso reduce la velocidad a la señalizada en cada tramo por el que se transita.
Destacar igualmente los avanzados sistemas de seguridad que incluye, algunos de ellos de reciente factura como la incorporación del primer airbag frontal para los ocupantes de las plazas traseras. Se encuentra en la parte posterior de los asientos delanteros e impide que los pasajeros de esa zona, incluidos los niños, salgan despedidos hacia delante.
Disponible en dos versiones de carrocería, corta o larga, el Clase S tiene un precio de salida de 108.150 euros que se convierten en 117.700 euros en el caso del 400 d probado. El S 500, por su parte, arranca desde los 139.950 euros.
Como conclusión cabría decir que el nuevo Clase S puede ser considerado como la mejor berlina de lujo del momento. Sobra añadir cualquier comentario más.