Probamos el Volkswagen T-Roc, el SUV que te permite no renunciar a un descapotable
Resulta curioso que en un mercado claramente dominado por los coches tipo SUV, apenas haya opciones descapotables. Sí hay algún todoterreno puro, como el Jeep Wrangler, pero poco más, pues el modelo más parecido, el Range Rover Evoque, se dejó de comercializar en 2018.
Es, por tanto, muy de reconocer el esfuerzo que hace Volkswagen por tener en la oferta del T-Roc una versión tan particular, no exenta de atractivo, todo hay que decirlo. Obviamente, no es la carrocería más demandada por los clientes, pero aun así la marca lo ofrece con dos niveles de potencia, de 110 y de 150 CV, esta última la que hemos tenido ocasión de probar.
Además, con este modelo Volkswagen ha dado continuidad a la carrocería descapotable que tuvieron primero los Golf (hasta la sexta generación, aunque no todas) y después un modelo específico, denominado Eos, que se fabricó y vendió entre 2006 y 2015.
Con el Volkswagen T-Roc Cabrio hemos tenido una experiencia muy grata. En primer lugar, por lo mucho que ha llamado la atención por donde nos hemos movido. Acostumbrados a la carrocería de cinco puertas del T-Roc convencional, el Cabrio presenta una de dos puertas muy atrayente y que ha sido reforzada por la ausencia del techo. La “cintura” del coche es ancha, si bien hay que tener en cuenta que el acabado R-Line probado tiene los protectores de los bajos mucho menos voluminosos que la variante Style y es más elegante. Para la parte superior se ha recurrido a una capota de lona reforzada en negro que combina muy bien.
El techo se activa automáticamente con solo pulsar un botón, y el proceso es bastante fluido, ya que solo necesita 9 segundos para abrirse completamente y 11 para cerrarse. Se puede hacer en marcha, pero siempre que se ruede por debajo de 30 km/h.
Una vez quitado, el perfil del coche es muy limpio y termina con una tapa de maletero que cuenta con un pequeño alerón. Con el techo plegado se ve el lustroso interior de cuatro plazas, las traseras lo suficientemente amplias y cómodas para disfrutar de un buen paseo al aire libre. El acceso a estas requiere de cierta contorsión del cuerpo si está capotado, pero no es ni mucho menos un obstáculo insalvable. En cuanto al maletero, dada la configuración del coche la capacidad es algo limitada, pero 280 litros pueden dar bastante de sí.
La posición de conducción es alta, como cualquier otro SUV, y muy cómoda. El volante está ligeramente “recortado” por la parte inferior para hacerlo más deportivo. Los acabados son de muy buena calidad y hay dos pantallas digitales, la del cuadro de instrumentos y la del sistema multimedia, que aportan mucha información y funcionalidades. Debajo de la pantalla central están los mandos físicos de climatización, lo cual se agradece ante la tendencia de digitalizarlo todo, junto a una serie de botones para el selector de modos de conducción –de serie en el acabado R-Line– y los asistentes de aparcamiento.
En marcha, con el techo cerrado y a bajas velocidades, el motor gasolina TSI de 1,5 litros y 150 caballos no es ruidoso ni se filtra mucho ruido al interior. El cambio, un DSG de 7 velocidades, es automático y se gestiona a través de la palanca o mediante unas levas en el volante para hacerlo de forma manual.
Los perfiles de conducción son los clásicos en Volkswagen: Eco, Normal, Comfort e Individual, pero con 150 caballos a disposición del conductor siempre hay suficiente potencia disponible. El modo Eco permite la desconexión de cilindros, cuando no son necesarios, para reducir el consumo, mientras que en el otro extremo está el modo Sport para dar muy buena respuesta sobre todo a partir de las 1.800 rpm.
A altas velocidades sí se percibe ruido aerodinámico con el techo cerrado, aunque no tanto del motor, mientras que sin capota la sensación es muy placentera… siempre que la meteorología acompañe, que desgraciadamente no fue nuestro caso durante la mayor parte de las sesiones de prueba.
La dirección progresiva de serie permite que en ciudad se disfrute de una buena maniobrabilidad y que en carretera sea más dura y precisa, mientras que la carrocería rebajada en 10 mm del acabado R-Line (en 10 mm) y, sobre todo, la suspensión adaptativa opcional ofrece un sensacional aplomo en cualquier tipo de carretera.
En cuanto a consumo, la cifra media homologada es de 7 litros a los 100 km y no es difícil conseguir es gasto de combustible, incluso menos, a ritmos relajados. Durante nuestra prueba, con casi 400 kilómetros recorridos, atravesando zonas urbanas y poniendo a prueba el motor en algunos momentos, el consumo medio fue de solo 7,6 litros a los 100 km.
El precio del T-Roc Cabrio con la motorización más potente de 150 caballos y con el acabado R-Line probado es de 41.295 euros. Estamos hablando del tope de gama, y eso implica mucho equipamiento: faros LED, llantas de 18 pulgadas, acceso y arranque sin llave, climatizador bizona, sistema multimedia con pantalla de 8 pulgadas y cargador inalámbrico de smartphones. A ello hay que sumar ayudas a la conducción como el control de crucero adaptativo, asistente de frenada de emergencia, detector de fatiga, asistente de mantenimiento de carril, sistema de detección de peatones o sistema de aparcamiento asisitido, de modo que en gran parte se justifica su valor.
Para quien no pueda o quiera llegar a tanto, Volkswagen ofrece la versión 1.0 TSI de 110 caballos en acabado Style, que tiene un precio de partida de 30.745 euros, un modelo que mantiene la originalidad de este SUV descapotable.
Motor: Gasolina, 4 cilindros en línea.
Potencia (kW/CV): 110/150.
Cambio: Automático, 7 velocidades.
Largo (mm): 4.268.
Ancho (mm): 1.811.
Alto (mm): 1.522.
Maletero (litros): 280.
Velocidad máxima (km/h): 205.
De 0 a 100 km/h (seg.): 9,6.
Consumo medio (l/100 km): 7.
Emisiones CO2 (gr/km): 159.
Precio (euros): 41.295.