Conducimos la variante híbrida no enchufable del Arkana, el revolucionario SUV tipo coupé de Renault
Qué bien ha “aterrizado” el Arkana en el mercado español. Es uno de los estandartes de la “revolución” de Renault, y en tan solo dos meses ha conseguido abrir 2.000 pedidos en firme, y eso que aún no se ha lanzado la campaña publicitaria como tal.
Y es que este SUV de tamaño medio (4,5 metros de largo) con carrocería tipo coupé, concepto más habitual de las marcas premium, atrae muchas miradas y genera expectación. Por diseño, desde luego, no es para menos, ya que es un coche con formas potentes y robustas como buen SUV, aunque la caída del techo trasera es definitiva para otorgarle ese aura de deportividad que caracteriza a los coupés. También es un coche alto, entre otras cosas por sus 20 cm de distancia de la carrocería al suelo.
Por dentro también destaca su estilo y su diseño, con formas sencillas, buenos acabados y, como es habitual en las creaciones recientes, pantallas digitales para que el conductor tenga todo controlado. Todas las plazas son amplias, y las de detrás, a pesar de la curvatura del techo, acogen perfectamente a un adulto de estatura media. El maletero ofrece 480 litros, 33 menos que la versión microhíbrida.
Pero lo que nos hace detenernos hoy en este modelo está, precisamente, en la mecánica. Tras el Arkana microhíbrido de 140 caballos (con sistema eléctrico de 12 voltios) que se dio a conocer en el lanzamiento, y con la de 160 CV a la vuelta de la esquina, Renault aumenta la oferta con la variante E-Tech híbrida no enchufable de 145 caballos.
La estrategia de la marca del rombo sigue invariable, y de aquí a 2025 lanzará 14 modelos E-Tech; en 2030, nueve de cada diez modelos a la venta tendrán algún tipo de electrificación.
Volviendo al Arkana, su sistema híbrido está compuesto por un propulsor gasolina de cuatro cilindros y 1,6 litros que desarrolla 94 caballos, y está apoyado por dos motores eléctricos, uno que funciona como motor de arranque y generador de 15 kW y otro impulsor de 36 kW. En total, el sistema ofrece una potencia combinada de 145 caballos, y se asocia a una transmisión automática “multimodo”, herencia de la Fórmula 1, que entre otras hace imperceptible el cambio de marchas. Por supuesto, el círculo no estaría completo sin una batería, en este caso de 1,2 kWh, todo para un sistema autorrecargable y, recordemos, no enchufable.
Con todo, en Renault aseguran que, si se gestiona correctamente el sistema con la posición “B” del cambio para la máxima regeneración, se puede rodar un 80% del tiempo en modo eléctrico y conseguir un 40% de ahorro respecto a un coche de gasolina convencional. Incluso obtener consumos inferiores a los 4,8 litros a los 100 km que ha homologado la marca.
Para probar el Arkana E-Tech Híbrido, Renault había preparado para la prensa un recorrido de unos 55 kilómetros, muchos de ellos por el centro de Madrid. La unidad disponible, una lustrosa R.S. Line, la variante más equipada y aparente por sus detalles deportivos, que ensalzaba aún más la figura del Arkana.
De partida, la postura de conducción elevada ya da una muy grata sensación. A la derecha, una pequeña palanca para la gestión del cambio, y ante nuestros ojos, el siempre útil cuadro digital. En el centro del salpicadero, la pantalla de 9,3 pulgadas que permite ver todo con claridad, y desde ella, o unos botones físicos debajo, se pueden seleccionar los modos de conducción disponibles: My Sense, Sport y Eco.
En los primeros metros, como es habitual, sorprende la suavidad de funcionamiento y el silencio de marcha, y en carretera, aun con el motor térmico actuando, no se percibe un ruido exagerado. Elegimos la posición “B” del cambio automático y ya sentimos cómo al levantar el pie del acelerador el coche decelera con cierta intensidad, y decidimos manterlo así e ir “jugando” con los distintos modos de conducción hasta completar trayecto.
Con el modo “Eco” la autonomía apenas baja, sobre todo en ciudad, y en carretera el perfil “Sport” ofrece una respuesta más viva, aunque es un coche grande y no destaca por una grandísima aceleración. Lo mejor, eso sí, que la batería recupera energía con mayor rapidez, pero no pudimos sacar más jugo al conjunto porque llegamos al final del recorrido. El balance, unos escasos 5,6 litros de gasto medio, que podría haber sido mucho menor de no haber forzado el sistema híbrido en parte del trayecto para percibir lo que daba de sí.
El Renault Arkana E-Tech Híbrido, que no hay que olvidar que cuenta con las ventajas de la etiqueta “Eco” de la DGT, está disponible en tres niveles de equipamiento: Intens (27.075 euros), Zen (29.070 euros) y R.S. Line (31.560 euros), y hay un plan de financiación por parte de la marca, muy demandado al menos con el Arkana microhíbrido, que permite adquirirlo con un plan multiopción por 179 euros al mes (con una entrada de 4.700 euros y pudiendo devolver el coche, mantenerlo o cambiarlo después del período estipulado).
En materia de equipamiento, la lista puede llegar a ser interminable, y además de lo último en conectividad, con la pantalla multimedia del sistema Easy Link como centro neurálgico (de 7 a 9,3 pulgadas), el Arkana dispone de faros LED, llantas de 17 o 18 pulgadas, tarjeta de acceso manos libres, cuadro de instrumentos digital (de 4,2 a 10,2 pulgadas), volante multifunción, climatizador automático y ayudas a la conducción importantes como el sistema de frenado de emergencia, sensores de aparcamiento delanteros y traseros, alerta de distancia de seguridad o detector de tráfico trasero.
Motor: híbrido de gasolina.
Potencia (kW/CV): 105/145.
Cambio: automático.
Largo (mm): 4.568.
Ancho (mm): 1.820.
Alto (mm): 1.571.
Maletero (litros): 480.
Velocidad máxima (km/h): 205.
De 0 a 100 km/h (seg.): 10,8.
Consumo medio (l/100 km): 4,8.
Emisiones CO2 (gr/km): 111.
Precio (euros): desde 27.075 euros.