Nos ponemos al volante del nuevo Mini, que cambia de imagen pero no de vocación
Lo cierto es que “enfrentarse” a realizar cambios en un modelo tan carismático como el Mini tiene que ser todo un desafío. Y si no que se lo digan a Olivier Heilmer, el máximo responsable de Diseño de Mini, que, junto a todo su equipo, acaba de poner al día las versiones de tres y cinco puertas, variante eléctrica incluida, y la descapotable.
Durante la presentación a la prensa del Mini pudimos escuchar personalmente a Olivier, que se mostraba orgulloso del resultado por cuanto la actualización mantiene totalmente la esencia del modelo. De hecho, Heilmer ha declarado en alguna ocasión que se puede tener la impresión de estar ante un vehículo nuevo trabajando en los detalles, y eso es, precisamente, lo que se ve en el nuevo Mini.
Sin cambios en las dimensiones o en la silueta general, lo que más varía en esta generación es el frontal, con una parrilla más grande, aerodinámica, sin faros antiniebla y con un marco negro central que es lo que enseguida salta a la vista.
Visto lateralmente los pasos de rueda son más anchos, y también se introducen nuevos diseños para las llantas, mientras que por detrás son los faros LED con forma de la bandera británica, ahora de serie, los que le dan personalidad. También es novedad destacable, aunque sea como opción, la posibilidad de contar con un techo “multitonal”, un degradado de colores que desde luego personaliza mucho el coche.
Por dentro los cambios no son profundos, pero sí hay una nueva y elegante pantalla digital de 5 pulgadas sin marco para el cuadro de instrumentos, la misma del Countryman y el eléctrico SE, y otra para el sistema de infoentretenimiento, en este caso de 8,8 pulgadas.
El resto de los detalles dependen del acabado y el equipamiento, que de serie mejora con respecto al anterior Mini manteniendo estable el nivel de precios. También se puede ampliar con paquetes específicos “temáticos” de navegación y conectividad, de elementos de confort y de asistentes de conducción, siempre dejando sitio a los accesorios de personalización, una constante en la marca para que el cliente pueda diferenciar su coche.
Tampoco varían las versiones y opciones mecánicas: One (102 CV), Cooper (136 CV), Cooper S (178 CV) y John Cooper Works (231 CV) en gasolina, y la eléctrica SE (135 kW/184 CV), con la salvedad que la potente John Cooper Works no se vincula con la carrocería de cinco puertas y la SE se asocia únicamente a la variante de tres.
Durante la presentación tuvimos la oportunidad de conducir el Mini Cooper S Cabrio (33.500 euros), y lo cierto es que tanto la imagen como el ambiente interior no pueden ser más atractivos, entre otras cosas gracias al acabado Sidewalk Edition (5.292 euros de sobreprecio) que equipaba.
El cuadro de instrumentos digital no es excesivamente grande, pero se ve bien y aporta más información que antes. Nuestra unidad equipaba el cambio automático de 7 velocidades de origen BMW, y durante la ruta comprobamos que el elevado tacto deportivo del Mini sigue inalterable, destacando tanto el empuje del motor en un amplio rango de revoluciones como la efectividad del cambio. La dirección es muy directa y el conjunto chasis-suspensión aporta agilidad en las curvas sin menoscabo del confort.
En cuanto a los precios de la nueva gama Mini, el One de tres puertas cuesta 22.300 euros, el Cooper 24.600 y el S 29.500, elevándose estas cuantías en 800 euros en las versiones de cinco puertas. El Cooper SE eléctrico (con etiqueta «Cero» se vende por 34.200 euros, el Cabrio va de los 26.300 a los 33.500 euros y los John Cooper Works cuestan 35.900 el tres puertas y 42.700 el Cabrio.