Diez por cada 100.000 habitantes: España sigue a la cola en puntos de carga para coches electrificados
Aunque el mercado de los coches eléctricos cada vez goza de una mayor popularidad, estos modelos de emisiones reducidas no cuentan con el mismo número de adeptos por igual en los diferentes países europeos, al igual que no reciben el mismo impulso desde las distintas administraciones y gobiernos.
Es el caso de España, que si bien ha conseguido mejorar su cuota de mercado en los últimos años sigue estando en a la cola en movilidad eléctrica e infraestructura de carga pública para los vehículos. Así lo muestran los datos publicados por la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive), que indican que en España hay una decena de puntos de carga públicos por cada 100.000 habitantes. En este aspecto, queda muy detrás de Italia, Francia o Portugal, y muy lejos de Noruega e Islandia, que tienen más de 160 y 140 puntos por cada 100.000, aunque iguala a potencias económicas como Alemania o Reino Unidos.
En lo que concierne a los números brutos, España tenía a finales del pasado 2020 un total de 7.971 cargadores públicos, lo que supone un crecimiento del 45% con 2.468 más que un año antes. Mientras que empata con países como Austria y Bélgica y adelanta otras naciones como Polonia, Hungría o la República Checa, en el otro lado de la tabla queda por detrás de Italia, Suecia y Noruega y Países Bajos, entro otros, al ostentar el décimo puesto.
En comparación con el año anterior, la instalación de puntos de carga en España ha crecido un 40%, manteniéndose en la parte media alta de la clasificación con un décimo puesto. Esta inversión no dista mucho del 50% y 55% de países como Francia, Bulgaria, República Checa o Eslovaquia, aunque contrasta enormemente con el crecimiento del 476% que ha invertido Grecia en la red de puntos públicos de recarga de vehículos.
Desde Aedive han apuntado que «la infraestructura de recarga de acceso público en España necesita crecer», tal y como sucede en tantos otros países europeos. Es la manera de «eliminar en el usuario de vehículos eléctricos la ansiedad de autonomía» y acabar de implementar la movilidad eléctrica en Europa.