En un atasco no solo pierdes tiempo, también salud
No hay nada que pueda estropear más el día que un atasco a primera hora de la mañana, aunque tampoco es que se vea con mejores ojos a última hora de la tarde, cuando vamos de camino a casa después del trabajo. En general, el tráfico intenso y las calles o carreteras con gran volumen de coches pueden alterar nuestro estado de ánimo.
Más allá de las consecuencias negativas directas del tráfico, como los accidentes, o de la contaminación del aire, la presencia de vehículos motorizados en las grandes ciudades tiene grandes efectos sobre la salud.
Por ejemplo, el Instituto del Ruido de Londres publicó hace un par de años un estudio en el que se demuestra que el 80% del volumen del ruido de las grandes ciudades está producido por el tráfico y es la variable ambiental que, en ciudades como Madrid, está más asociada a ingresos hospitalarios.
Y esta contaminación acústica, además de las alteraciones auditivas o de trastornos del sueño que pueda provocar, también está asociada a trastornos psicológicos. Pero no es el único aspecto del tráfico que afecta gravemente a nuestra salud mental. Los atascos y embotellamientos también representan graves riesgos psicológicos.
En España, los conductores pueden acumular una media de 34 horas de más al volante por culpa de los atascos, situaciones en las que nuestro cuerpo general cortisol, la conocida hormona del estrés. Una investigación de la empresa TomTom descubrió, midiendo los niveles de esta hormona, que al salir de un atasco a los hombres les subía en un 60% mientras que a las mujeres, en un 8’7%.
El tráfico, según otra investigación de la Universidad de California, junto con otros aspectos cotidianos como los conflictos laborales o las tensiones de la vida en pareja, son las causas más probables de desarrollar a largo plazo problemas psicológicos y trastornos del ánimo a largo plazo.