La movilidad urbana avanza hacia un modelo que busca ser más sostenible y en el que los vehículos a motor han ido perdiendo protagonismo en favor de otro tipo de circulación con menos emisiones y más respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, no todas las capitales europeas avanzan al mismo ritmo y, pese a que la pandemia ha sido un momento para reflexionar sobre estos aspectos, no todas las ciudades han sabido aprovechar el momento de la misma manera.
«Si tomamos como referencia las grandes ciudades, España está perdiendo una gran oportunidad de transformar su modelo de movilidad urbana», señala Ismael Labrador, co-fundador y Responsable de Marketing y Producto de Tuvalum. En su opinión, la pandemia ha acelerado la transformación de ciudades como París o Londres, que en apenas unos meses han construido centenares de kilómetros de carriles bici. «¿Por qué en Madrid no sucede esto? Muchos políticos residen en poblaciones de la periferia de Madrid y acuden cada día hasta el centro en coche y cuando piensan en desplazamientos urbanos tienen como referencia su experiencia diaria», explica Labrador, a la vez que señala esta actitud como un error.
El resultado de cambiar los vehículos a motor por bicicletas y patinetes es un ahorro público de gasto sanitario y un incremento de la calidad de vida para gente que vive en barrios colapsados por el tráfico pero también más alejados y que no pueden disponer del coche todos los días.
¿Qué necesita, entonces, una ciudad para iniciar el camino hacia la movilidad sostenible? «Fundamentalmente, ganas», explica Labrador, que apunta a Londres y París, de nuevo, como modelos a seguir. «En España, salvo casos aislados como Valencia, Sevilla, Vitoria o Zaragoza, no parece haber mucha voluntad política por transformar de verdad la movilidad urbana. Y es una lástima, porque la bicicleta no es sólo una cuestión de sostenibilidad, es también una cuestión de salud social».
Ismael Labrador señala algunas de las iniciativas que se están llevando a cabo en estas ciudades españolas que sí están acometiendo cambios para impulsar otro modelo de movilidad urbana. «Se ha hecho un esfuerzo notable por transformar las calles en entornos bike-friendly. Sevilla, Valencia, Zaragoza o Vitoria destacan en este aspecto». Pero para Labrador, esta transformación, no basta con «pintar un trozo de acera de color verde o rojo para quitárselo al peatón y dárselo a la bicicleta». La verdadera transformación es reducir espacio para los automóviles.
También se puede impulsar el uso de estos vehículos no contaminantes con ventajas fiscales como, por ejemplo, se hace en Bélgica. «El 80% de los desplazamientos que se producen dentro de la misma ciudad en coche se pueden sustituir perfectamente por la bicicleta».
En cuanto al futuro, Ismael lo tiene claro: «No tiene ningún sentido que millones de coches recorran cada día las calles de las grandes ciudades para hacer desplazamientos menores a 10 kilómetros que, en muchos casos, son viajes unipersonales». Señala el pasado de muchas ciudades europeas, como Ámsterdam o Estocolmo, que deben ser el ejemplo a seguir en España para con reducir el coste ambiental y sanitario.
En Tuvalum recopilaron en un estudio varios datos científicos y económicos y la conclusión es que en España se ahorrarían 2.500 millones de euros en productividad y otros 990 millones en gasto sanitario cada año si la movilidad en bicicleta fuera una realidad más accesible, práctica y cómoda. «Cada euro invertido en promocionar el uso de la bicicleta como medio de transporte y como práctica deportiva produce un ahorro aproximado de 50 euros en gastos sanitarios acumulados durante 15 años», acaba Ismael.