El parón a las administraciones que llegó con el estado de alarma está pasando ahora factura, sobre todo en lo que se refiere a trámites y notificaciones. En el sector de la conducción, tanto en la obtención de permisos de conducir como en las revisiones técnicas se están sufriendo retrasos importantes.
Ya la semana pasada se celebró una manifestación en el área metropolitana de Barcelona en este sentido y también desde Tarragona se han escuchados quejas por los casi 400 alumnos acumulados para esperar a la obtención de su carnet. Esta situación es general de todo el territorio nacional.
Desde la autoescuela digital Onroad afirman que la solución a este problema pasa por una digitalización total de la Dirección General de Tráfico. Desde este centro han denunciado que los sistemas electrónicos para gestionar expedientes en las jefaturas provinciales de tráfico se caen continuamente e impiden a los alumnos examinarse con normalidad.
«Hay retraso en la implementación de sistemas eficaces de administración electrónica en la Dirección General de Tráfico”, ha explicado González-Gallarza, CEO de Onroad, «un problema que no sólo afecta a los ciudadanos sino a los propios funcionarios, que tienen que pelearse con sistemas ineficaces y sobrecargados, y son injustamente el blanco de las quejas de ciudadanos y autoescuelas, cuando es la administración la que no les facilita las herramientas adecuadas para hacer bien su trabajo”.
Desde Onroad los datos son claros: de momento, el colapso ha impedido que se lleven a cabo más de 180.000 exámenes teóricos y más de 260.000 prácticos. Según este centro, el retraso en aplicar la administración electrónica en la DGT está negando a cientos de miles de ciudadanos el acceso al examen.
Además, consideran que las autoescuelas tradicionales son también responsables de esta situación que esperan se agrave en agosto, ya que permiten que muchos alumnos se presenten «para probar suerte», actitud que empeora las esperas y aumenta los gastos de gestión.
En Onroad proponen tres líneas de actuación: una digitalización real, presentar a examen únicamente a aquellos alumnos aptos realmente para aprobar y una coordinación para repartir a los alumnos que pueden ir a examen entre las propias autoescuelas y las distintas jefaturas provinciales, evitando así cuellos de botella.