Los 16 coches más especiales del Museo Histórico de Seat
Un coche eléctrico acompaña la llama olímpica en su último tramo hacia la ceremonia inaugural. Estamos en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Siendo así, el coche no podría ser otro que un Seat, un Toledo eléctrico. 2020 ya no podrá ser recordado como año olímpico, pero sigue siendo el 70 aniversario de Seat. Suficientes años como para crear historia e innumerables modelos peculiares, únicos… como ese Toledo, el primer eléctrico de la marca. Sus 16 baterías de plomo pesaban 500 kilos, pero permitían recorrer 55 kilómetros en ciclo urbano. Autonomía suficiente para que el Toledo eléctrico también abriera paso a los atletas olímpicos de aquella prueba de maratón.
En 1956, sobre la base del primer modelo de la marca española, se desarrolló el 1400 Visitas. Su nombre lo dice todo. Sin puertas, sin techo, este coche era ideal para traslados de visitas ilustres por la factoría. Hubo que esperar hasta 1964 para que otro icono de Seat, como el 600, fuera utilizado como coche de autoridades en la fábrica. Nadie diría que este modelo utilitario sirviera de base para el Savio. La empresa italiana Carrozzeria Savio llevó a la práctica el sorprendente diseño de Pietro Frua. Consistía en un mono-volumen con tres filas de asientos, con una distancia entre ejes de solo 2 metros, para poder maniobrar fácilmente junto a las líneas de montaje.
La misma búsqueda de agilidad fue la razón por la cual Seat recibió un encargo muy especial con motivo de la visita del Juan Pablo II. Se necesitaba un vehículo menos aparatoso que el «Papamóvil» para la visita del pontífice a España en 1982. La razón había que buscarla en que el coche oficial no cabía por las puertas de dos actos principales, en los estadios del Real Madrid C.F. y el F.C. Barcelona. Así nació el Panda “Papamóvil”. Enteramente blanco, eliminaron techo y cristales, y crearon una estructura tubular acolchada en la parte posterior donde el Santo Padre pudiera sujetarse, mientras saludaba de pie, dentro de los estadios.
También por encargo de un jefe de estado, Seat transformó un Ibiza en 1986. Fue el regalo que recibió el rey de España, Felipe VI, al cumplir su mayoría de edad. Lo llamaron Ibiza Rey. Adelantaba las especificaciones técnicas del Ibiza SXI, que entraría en producción dos años más tarde.
Antes de que el Ibiza llegara a su primer millón de unidades producidas, Seat ya había superado otros hitos relacionados con esa cifra. Después de 16 años fabricando coches, había salido de la cadena de montaje el Seat “Un millón”, un 124 conducido por el entonces ministro de Industria. Se sorteó entre los trabajadores, pero el agraciado no tenía permiso de conducción y acababa de casarse. Prefirió devolver el coche a cambio del precio equivalente.
Si hubiera que destacar un hito relacionado con la deportividad hay otro coche de obligada mención, el Ibiza “bimotor”. En 1986, el piloto José María Serviá sorprendió en el campeonato de rallies de tierra con este modelo. La solución encontrada fue colocar un motor de Ibiza en cada eje, cada uno con su caja de cambios. Lo llamaron 1.5×1.5 (por la cilindrada de sus motores), llegó a tener casi 300 caballos y consiguió dos subcampeonatos.
Luego, si de tracción se trata, esa es para el más radical de los Seat, el Ateca “Mattracks”. En sustitución de las ruedas de un Ateca 2.0 TDI 190 CV 4Drive, se adaptó un conjunto de orugas producido por Mattracks. Sobreelevado, hiper-ensanchado, su hábitat natural era ya la nieve, pero está homologado para circular por la calle.
Los modelos abiertos siempre han resultado atractivos y el Ibiza ha recibido numerosas propuestas, que nunca han pasado a la serie. Destacan el Ibiza Cabrio y el Marbella Pick Up. Esta última fue una versión más simple y factible que el concepto Marbella Playa que tampoco llegó a producción. Lo más llamativo era que la caja de carga estaba separada del habitáculo únicamente por una reja.