Los efectos secundarios del coronavirus en el mundo del motor
El coronavirus ya suma más de 1.770 fallecidos, como víctimas directas de esta epidemia. La provincia china de Hubei, epicentro de la epidemia de COVID-19, ha extendido a unos 24 millones de personas más las restricciones de movimiento. Pero además, la epidemia ha tenido tantos otros efectos secundarios como la saturación de hospitales, ralentización del ritmo de la vida en las grandes ciudades, endurecimiento de los controles en aduanas y cierre de fábricas y lugares de trabajo.
La Organización Mundial de la Salud ya ha declarado al virus 2019-nCoV enemigo público número uno y ha definido este patógeno como una amenaza muy grave que, más allá de las muertes, puede provocar efectos políticos, económicos y sociales muy serios. Así, uno de estos efectos recae sobre la producción y las fábricas, incluida la de la automoción.
El sector del automovilismo se está viendo damnificado por la epidemia del coronavirus ya que muchísimas plantas y fábricas se han visto obligadas a cerrar por motivos de seguridad sanitaria. El hecho de que esto pueda tener repercusiones a nivel internacional es porque ya hace años que muchas empresas europeas y estadounidenses del sector de la automoción decidieron trasladar sus sedes a China.
China es el país con mayor índice de producción en este sector, un total del 29% durante el año 2018. Y Wuhan, foco de este desastre sanitario, representa el 9% de ese total, siendo así considerada la ciudad del motor. El cierre preventivo para evitar contagios de muchas de estas plantas puede afectar, entonces, a toda la producción internacional de piezas y vehículos así como al comercio de los mismos.
Las empresas que han visto sus plantas en China cerradas y temen que esto pueda afectar a su producción son, en mayor medida, Volkswagen (que tiene 24 fábricas que representan el 40% de su producción), Toyota, Daimler (la casa de Mercedes), General Motors, Renault, Honda e Hyundai.
Aunque, de todas formas, se estima que el cierre de estas plantas no llegará a afectar al mercado internacional de manera significativa, mientras que los mercados asiáticos y países como Corea o Japón sí que se resentirán en mayor medida. Por ejemplo, Nissan ya anunció hace unos días que parará la producción de su mercado a nivel interno.
Los países europeos a los que más puede frenar este cierre de plantas son Alemania y Holanda, aunque expertos del sector ya han anunciado que, gracias a la deslocalización de la producción, el mercado internacional no se resentirá y no habrá grandes descensos en las ventas.