Probamos el Hyundai Tucson 1.6 CRDi, un SUV diésel con etiqueta “Eco” que no te dejará indiferente
Los que llevamos ya un tiempo vinculados al mundo del automóvil y hemos conocido a la marca coreana Hyundai casi desde que se implantó en España a principios de los 90, comprobamos con admiración lo mucho y bien que ha evolucionado. Lo ha hecho a todos los niveles, como empresa y con sus productos, llegando a un nivel de calidad y refinamiento en sus modelos que está por lo menos, si no más, a la altura de las marcas generalistas europeas. Parte de la “culpa” la tiene el haber sabido percibir con claridad los gustos y preferencias del mercado continental, a lo que sin duda Hyundai ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo.
El Hyundai Tucson es un buen ejemplo de todo lo anteriormente expuesto, aunque es un modelo cuya primera generación nació en 2004 más como un robusto todoterreno que como el elegante y atractivo SUV que es hoy en día.
En términos de diseño, la evolución ha sido importante, y el modelo actual ha llegado a un nivel que desde luego no deja indiferente a nadie. El frontal, con la original parrilla de aristas y el juego de luces por LED, es uno de los más originales del mercado, y a ello hay que añadir los musculosos y bien conseguidos relieves en toda la carrocería, que lo dotan de mucha fuerza visual. Detrás de nuevo la solución de las ópticas traseras es también muy impactante.
Y si hablamos de evolución, qué decir del interior. Con los 4,5 metros de longitud y los casi 2,7 metros de distancia entre ejes era esperable encontrarnos con un habitáculo amplio en todas las plazas, como así sucede (más un maletero que supera los 540 litros de capacidad), pero es que además ofrece gran calidad a la vista y al tacto, al menos con el acabado «Tecno» probado, que es el más alto de la gama.
El diseño del salpicadero es curvo y profundo, lo que de partida da sensación de mucho espacio, y en el centro domina una gran pantalla de 10,25 pulgadas y alta definición. Debajo de esta hay accesos directos a varias funcionalidades, pero el sistema tiene muchos submenús y hay que dedicarle tiempo, al menos para una primera configuración. Todo es sencillo de manejar, y eso favorece que después vaya todo más “rodado”. También hay mandos para el sistema de climatización, lo cual es más práctico que configurarlo mediante la pantalla.
El cambio automático se gestiona mediante unos grandes pulsadores en un soporte para nuestro gusto demasiado alto y ancho sobre el túnel central, pero a su vez hay unos espacios extra a cada lado para dejar algún tipo de objeto, además de un cofre posterior bastante profundo.
En un contexto en el que el diésel está casi demonizado, nosotros hemos querido probar precisamente el Tucson con esta mecánica. La oferta de Hyundai comprende dos opciones, una CRDi de 115 caballos y otra de 136, ambas de 1,6 litros, y la más potente con sistema de hibridación ligera con sistema de 48 voltios, que es la que hemos testado en combinación con una transmisión automática de 7 velocidades y tracción delantera.
Con una postura de conducción alta y confortable, el Tucson maniobra bastante bien por ciudad a pesar de su volumen, ya que es un SUV de tamaño medio de los más grandes de su categoría. El motor no es ruidoso, algo que constatamos también por carretera, aunque en parado se percibe más la rumorosidad típica de un diésel, sobre todo en frío.
Para conducir hay tres modos disponibles, «Eco», «Normal» y «Sport», los cuales presentan un color diferente en los relojes del cuadro de mandos digital con pantalla de 10,2 pulgadas. Si bien la diferencia de respuesta entre los tres programas no está tan marcada como en otros modelos, quizá porque 136 caballos no dan para tanto, sí que se nota en los consumos. En el modo “Eco”, en un recorrido mediano y con una conducción pausada, el gasto medio fue de solo 4,6 litros a los 100 km, una cifra que queda bastante por debajo de los 5,3 litros homologados. Por supuesto, en ello influye la posibilidad de rodar por inercia en bajadas y zonas llanas, por ejemplo, recurso que solo permite este modo de conducción, y por supuesto el sistema eléctrico de 48 voltios, que para eso está, quitando trabajo al motor térmico.
En el lado opuesto, estirando bastante el motor en modo “Sport”, comprobamos que la mecánica diésel parece más potente de lo que es, que empuja bien y que es casi tan elástico como uno de gasolina. Y además gasta poco, ya que realizando una conducción dinámica superó ligeramente los 7 litros a los 100 km. Con todo, en el global de la prueba obtuvimos un consumo medio de 5,6 litros, solo 0,3 por encima de los 5,3 homologados por Hyundai.
En cuanto al comportamiento general, la suspensión ofrece un gran compromiso entre confort y dureza que lo hace cómodo en todo tipo de carreteras, y los diferentes asistentes a la conducción con los que está equipada la versión «Tecno» –con el control de crucero adaptativo, el reconocimiento de señales de tráfico y el asistente de mantenimiento de carril a la cabeza– facilitan mucho la labor al volante, a lo que hay que sumar la elevada dotación en elementos de confort y conectividad.
El precio oficial del Hyundai Tucson 1.6 CRDi de 136 caballos en acabado «Tecno» y pintura bicolor como el probado es de 41.600 euros, pero con los descuentos actuales la tarifa baja a unos interesantes 36.500 euros. Por imagen, versatilidad, motor y equipamiento es una cifra competitiva, y más si se le suman las ventajas fiscales y de movilidad de los vehículos “Eco».
Motor: diésel.
Potencia (kW/CV): 100/136.
Cambio: automático, 7 vel.
Largo (mm): 4.500.
Ancho (mm): 1.865.
Alto (mm): 1.650.
Maletero (litros): 546.
Velocidad máxima (km/h): 180.
De 0 a 100 km/h (seg.): 11,4.
Consumo medio (l/100 km): 5,3.
Emisiones CO2 (gr/km): 139.
Precio (euros): 36.500 (con descuentos)