Probamos el nuevo Honda CR-V e:HEV con el acabado SportLine
La política de electrificación de Honda ha llevado a que actualmente la gama de su SUV de tamaño medio, el CR-V, se sostenga en torno a una única mecánica, la híbrida e:HEV, dejando de lado las versiones térmicas tradicionales. Y es que, con más de dos décadas de experiencia con esta tecnología, se ha considerado que tanto el modelo como el mercado están lo suficientemente maduros para tomar la decisión, sobre todo teniendo en cuenta que la variante híbrida enchufable (e:PHEV) está a la vuelta de la esquina.
Con todo, a finales del año pasado la marca acometió una actualización en el CR-V, y entre otras novedades introdujo un nuevo acabado, denominado SportLine, que se sumaba a los Comfort, Elegance y Lifestyle disponibles para las versiones con tracción simple. Las de tracción total, por su parte, se pueden combinar solo con los dos acabados altos, Lifestyle y Elegance.
Como novedad que es, nosotros hemos querido analizar la versión SportLine, cuya estética da mayor empaque a la ya de por sí potente imagen de este SUV de 4,6 metros de longitud.
Los cambios que más saltan a la vista por fuera son los detalles en color negro en la parrilla, carcasas de los retrovisores y llantas, que combinan perfectamente con el de la carrocería (negro cristal o blanco platino, como es nuestro caso) y los detalles cromados en distintos puntos, como el frontal, los marcos de las ventanas –las traseras, por cierto, de cristal tintado– y los bajos de los laterales. En el interior dominan los tonos oscuros, incluidas las molduras de madera, los embellecedores y la tapicería en piel de color negro.
Todo lo dicho son matices que sin duda mejoran la apariencia, pero lo importante es que la habitabilidad del CR-V es elevada, con espacio muy amplio en todas las plazas y un maletero que roza los 500 litros de capacidad.
El sistema híbrido de este CR-V no es enchufable, es decir, que juega la baza de la generación y autorregeneración de energía mediante un propulsor gasolina i-VTEC de 2 litros y 145 caballos, dos motores eléctricos y una batería pequeña de 1 kWh. En total son 184 caballos a disposición del conductor, una cifra nada desdeñable para un coche de gran peso y tamaño que, a pesar de ello, ofrece un consumo muy aquilatado, como veremos.
La conducción del CR-V no plantea ningún problema, ya que el sistema i-MMD (Intelligent Multi-Mode Drive) que lo gestiona actúa de forma automática mientras no seleccionemos los modos de conducción disponibles, y además todo se monitoriza a través de la pantalla digital de cuadro de instrumentos.
La postura al volante es cómoda y elevada, y el habitáculo tiene bastante luz y visibilidad gracias a su amplia superficie acristalada. En el centro hay una pantalla de 7 pulgadas para el sistema multimedia, un poco pequeña en relación a las últimas tendencias pero con un funcionamiento sencillo, al alcance de cualquiera.
Bajo la pantalla están los mandos de la climatización, y en la parte inferior sobresale una consola con los mandos del cambio, que es automático, el freno de mano eléctrico y el selector de los modos de conducción.
Por defecto el sistema funciona dando prioridad al modo completamente eléctrico, con la buena respuesta y el silencio que suelen ser característicos, y se mantiene así a bajas velocidades y hasta un máximo de 2 kilómetros. Después entra en acción el motor de combustión, pero no para mover el coche, sino para generar la energía que alimenta el motor eléctrico. Esto, además de diferenciarlo de otros coches híbridos no enchufables, lo hace más eficiente, sobre todo en ciudad. A velocidades medias y altas sostenidas ya es el motor térmico el que lleva el peso de la conducción, porque a ese ritmo ofrece mayor eficiencia.
Todo lo dicho, como hemos adelantado, redunda en el consumo, y durante la prueba registramos 6,3 litros a los 100 km, una cifra muy exigua para un coche de casi 1,7 toneladas y 184 caballos de potencia y por debajo de los 6,6 homologados por la marca.
Como también se puede “forzar” el uso de los modos “EV” (eléctrico), “Econ” (que limita las prestaciones) o “Sport”, y el CR-V dispone de levas en el volante para regular la recuperación de energía, la autonomía total puede llegar a los 850 km con un depósito de 57 litros de gasolina.
En materia de equipamiento, además de las mencionadas características asociadas al acabado SportLine, este modelo incluye de serie faros LED delanteros y traseros, llantas de 18 pulgadas, sistema Honda Connect con pantalla táctil de 7 pulgadas, climatizador dual, cámara de visión trasera y la tecnología de seguridad Honda Sensing, que integra entre otros elementos el control crucero inteligente o la asistencia de mantenimiento y centrado de carril.
El precio de esta versión es de 38.080 euros, una cuantía que está en línea con la competencia y por la que se obtiene un SUV de alta tecnología, eficiente, con un toque deportivo y espacio para toda la familia.
Motor: Híbrido, gasolina.
Potencia (kW/CV): 135/184.
Cambio: Automático.
Largo (mm): 4.600.
Ancho (mm): 1.855.
Alto (mm): 1.679.
Maletero (litros): 497.
Velocidad máxima (km/h): 180.
De 0 a 100 km/h (seg.): 8,6.
Consumo medio (l/100 km): 6,6.
Emisiones CO2 (gr/km): 151.
Precio (euros): 38.080.