Probamos el nuevo Volkswagen ID.3, un eléctrico que te hará olvidar la gasolina
Modelos eléctricos, y comparables con el nuevo ID.3, hay algunos ahora mismo para incorporar al carrito de la compra como pueden ser, por ejemplo, el Nissan Leaf o el BMW i3. Sin embargo, el de Volkswagen se puede convertir en el más deseado de su categoría, la de los compactos, y también en el más peligroso para la competencia. Cuando la marca germana mueve ficha, la mueve de verdad. De hecho, es uno de los modelos más buscados en Internet y todo el mundo quiere saber de él.
Pues bien, nosotros esta semana hemos tenido la oportunidad de conducirlo por un completo recorrido de pruebas en el que hemos alternado la ciudad, las autopistas y las carreteras secundarias (incluido en este último caso algún tramo exigente por su trazado) para, después de 147 kilómetros, quedar muy satisfechos de su conducción, confort y economía de uso.
Eléctrico no significa en este caso parco en prestaciones y en sensaciones al volante. Para la ocasión, la versión de lanzamiento, que incluye el motor de 204 CV con 58 kWh y una autonomía de hasta 420 kilómetros, ofrece un brillante resultado. Es muy ágil, permite una conducción a la carta (al incluir cuatro modos de conducción) y la sensación de confort y el esperado silencio de marcha reinan en todos sus movimientos.
Antes de seguir adelante con las cuestiones dinámicas, unas líneas para descubrir su interior y una posición de conducción que, como ya es habitual en los modelos de este fabricante, se adapta a todo tipo de tallas.
Podemos conducir todo lo alto o bajo que queramos y lo que tenemos por delante es un diseño bastante sencillo, pero con todo lo que hace falta y más para estar completamente informados, a través de una instrumentación digital y una pantalla multifunción táctil, de 10 pulgadas, y manejar muchas más funciones de las esperadas.
Otro dato importante, no hace falta recibir un master para ponernos en marcha y solo saber la colocación del diminuto mando de la palanca de cambios, arriba a la derecha del tablero de instrumentos, que incluye las cuatro posiciones habituales de un eléctrico, marcha adelante, marcha atrás, neutral y parking.
Si antes de arrancar echamos una mirada a la plazas traseras nos encontraremos con un espacio que no suele ser habitual en un coche de su tamaño. Los recortados voladizos que luce y una batalla descomunal de 2,7 metros, en Volkswagen nos recuerdan que es similar a la de un Passat, nos hacen suponer que tres adultos pueden viajar como reyes porque tampoco existe el túnel central habitual en un coche con un motor térmico.
Por tanto, ya podemos anotar en la casilla de beneficios una destacada habitabilidad y un gran confort de marcha. Regresamos a la dinámica, al movimiento, que es otro de los aspectos fundamentales que en este caso se sustenta sobre la plataforma modular MEB del grupo VW, creada exclusivamente para los modelos eléctricos de la compañía, y en el ya mencionado motor de 204 CV de potencia.
Nada más ponernos en marcha la sensación es de poderío. Aceleración de GTI, como también nos insistieron los responsables de la marca, y una dulzura de reacciones que cautivan enseguida. Por ciudad, se maneja como si de un utilitario se tratara. No es un coche grande, hablamos de una longitud de 4,2 metros, nada anormal para callejear sin problemas y apoyarnos, además, en un gran radio de giro.
Dejamos la urbe y pasamos a una carretera secundaria y el sentimiento de tenerlo todo bajo control aparece enseguida. Su buen reparto de pesos, con el motor detrás más la tracción posterior, invitan a activar el modo “sport” y hundir el pedal del gas. No hay subviraje, es un tiralíneas, y corre que se las pela pese a que tiene la velocidad máxima limitada a 160 km/h y añade un considerable peso de 1.700 kg.
Toca coger ahora la autopista y el “qué bien va” toma una vez más todo el protagonismo. Activamos el modo “confort” y a hacer kilómetros porque hay que recorrer mucho para que la autonomía nos de un susto. De hecho, arrancamos la ruta con 347 kilómetros y finalizamos con 204 kilómetros prueba de su eficiencia y economía de uso tras 147 kilómetros de excursión.
Ya a la venta, este compacto eléctrico tiene un precio de salida de 36.145 euros (correspondiente a la versión Pro Performance) que se convierten en 40.615 euros si optamos por el Pro S y una batería superior. En los próximos meses aparecerán nuevas versiones más económicas, eso sí, con menores rangos de autonomía y potencia como el Pure con 330 kilómetros de autonomía (batería de 45 kWh) y un precio estimado inferior a los 30.000 euros.
Las dos versiones de la edición limitada de lanzamiento cuentan con llantas de 19 pulgadas, faros matriciales IQ. LED, asistente de luz dinámica, navegador Discover Pro, climatizador bizona, acceso sin llave, cámara trasera, asistente de aparcamiento y cable de carga tipo 2, mientras que el Pro S añade llantas de 20», Head Up Display con realidad aumentada, techo panorámico, asistentes de carril y emergencia o carga de smartphones por inducción.
En cuanto a los tiempos de carga, y como cabría esperar, estos depende de la toma utilizada: pueden ir desde un mínimo de 35 minutos, para obtener el 80% de la carga, hasta nueve horas si lo hacemos en una toma doméstica que suele ser lo más habitual. En este sentido, Volkswagen ofrece tres opciones para montar en nuestro domicilio, o en el trabajo, que arrancan en los 950 euros y llegan a los 1.450 euros si lo hacemos en un garaje comunitario.
Como conclusión, el ID.3 nos ha parecido un “bombón”. De su precio final todo depende del color con el que se mire. Barato, y como ocurre actualmente con todos los eléctricos, no es y habrá que esperar a versiones más económicas (como la ya anunciada Pure) y también al despegue definitvo de estas nuevas soluciones para que la compra de este tipo de coches sea óptima y equilibrada. No ayuda tampoco en estos momentos la red de electrogasolineras que tenemos en España, deficiente a todas luces. Aún así, la autonomía en concreto de esta versión puede hacernos olvidar estos problemas.