Probamos el Q2 35 TDI quattro, el diésel más potente de la gama del pequeño SUV de Audi
A finales del año pasado, Audi puso al día el SUV más pequeño de su gama, modelo que se lanzó por primera vez en 2016. Como sucede con los productos que nacen con un planteamiento excelente, los cambios acometidos no fueron ni mucho menos revolucionarios.
Exteriormente, la parrilla ligeramente más baja, nuevas ópticas LED, paragolpes más prominentes con tomas de aire ampliadas y una mayor oferta de colores, como el original verde “manzana” de la unidad que ves en las fotos (945 euros de sobreprecio), son los cambios más destacables.
El conjunto mantiene una longitud muy compacta, 4,2 metros, a pesar de haber “crecido” un par de centímetros por los nuevos paragolpes, sobre todo en el acabado deportivo S line, precisamente el que hemos testado.
Por dentro no se puede dar más por menos (longitud). El habitáculo es amplio, mucho más de lo que puede parecer, pero siempre teniendo en cuenta que es un SUV pequeño. Desde luego conductor y pasajeros no pasan apreturas, y las plazas traseras albergan sin problemas a dos adultos de talla media o alta, aunque puntualmente tres ocupantes pueden viajar con moderada comodidad.
El diseño del interior, siempre con el toque premium que caracteriza a Audi, tampoco es muy diferente al de la generación anterior, excepto el pomo de la palanca de cambio y los marcos de los aireadores de ventilación –que a su vez regulan el caudal de aire–, ahora más anchos y en acabado metálico en la versión S line. También son específicos de esta variante los asientos deportivos, que además son bastante cómodos.
En cuanto al maletero, los 405 litros de volumen ofrecen bastante capacidad en relación al tamaño de este SUV, y además el piso es plano y de fácil acceso mediante el portón trasero. Si se necesita más espacio, por supuesto la tercera fila de asientos se puede plegar en dos secciones y obtener así 1.050 litros disponibles para carga.
El motor TDI de esta versión “35” es actualmente el más potente de la gama. Tiene una cilindrada de 2 litros y rinde 150 caballos, una diferencia sustancial con respecto al Q2 30 TDI de 115 CV. Además, la variante probada estaba equipada con el cambio automático S tronic de 7 velocidades y con el muy probado y eficaz sistema de tracción total quattro. Un “todo en uno” sin duda muy interesante.
Al volante, tratándose de un SUV, posición elevada de conducción y un grueso volante deportivo multifunción entre las manos. En el centro de la consola central, los mandos del sistema multimedia, cuya pantalla de 8,3 pulgadas no es táctil y ello obliga a manejarse entre distintos menús, pero no supone mayor problema que el de aprenderlo e ir automatizando los movimientos para controlar las funciones más importantes.
En marcha, en el interior apenas se percibe la rumorosidad típica de los motores diésel, fruto del buen aislamiento de la cabina. En ciudad se conduce con facilidad gracias a su tamaño, y con el cambio automático solo hay que centrarse en el volante y en la información que aporta el siempre útil cuadro digital.
En carretera, la más firme suspensión del S line no hace que sea incómodo en ningún momento, y en zonas reviradas se muestra tan eficaz como el sistema de tracción total permanente quattro, todo lo cual redunda en un agrado de conducción y tacto digno de segmentos superiores.
Esta versión S line del Q2 cuenta de serie con el selector de modos de conducción Audi drive select, con los programas efficiency, comfort, auto, dynamic y el configurable individual para adecuar la respuesta de motor y cambio a los distintos requerimientos de conducción. El modo más deportivo, dynamic, se puede combinar también con la función “S” de la transmisión automática y así obtener la respuesta más rápida posible del coche. Si se desea, el cambio también se puede manejar desde las levas en el volante de forma manual.
El motor es bastante elástico para ser un diésel, y los 150 caballos aportan potencia en cualquier situación. El consumo medio homologado es de solo 5,5 litros a los 100 km, pero en nuestro caso, con mucho recorrido urbano y ritmo de pruebas en carretera, obtuvimos una media en torno a los 7 litros a los 100 km.
El Audi Q2 S line 35 TDI quattro Stronic es un SUV premium de vocación deportiva con tracción total, además diésel, y por eso el precio está a la altura de dichas circunstancias: cuesta 40.740 euros.
Si bien cuenta de serie con faros LED, llantas de 18 pulgadas, instrumentación digital (Audi virtual cockpit), sistema multimedia, climatizador automático, perfiles de conducción (Audi drive select), control de velocidad o asistente de frenada de emergencia, que no es precisamente poco, estamos en un nivel de coche susceptible de mejorar, sobre todo tecnológicamente, con opciones que incrementan la cuantía final como el paquete de asistencia a la conducción (con navegador, reconocimiento de señales, asistente de carril y control de crucero adaptativo) por 3.040 euros más, el cargador inalámbrico para móviles por 455, luces LED matriciales por 895 o el portón trasero de accionamiento eléctrico por 635 euros, elementos todos ellos incluidos en el Q2 probado.
Si no se necesita un motor ni una imagen tan contundente, Audi oferta por debajo el Q2 30 TDI, con 115 caballos de potencia (sin tracción quattro), desde unos más moderados 30.960 euros.
Motor: diésel.
Potencia (kW/CV): 110/150.
Cambio: automático, de 7 velocidades.
Largo (mm): 4.208.
Ancho (mm): 1.794.
Alto (mm): 1.537.
Maletero (litros): 405.
Velocidad máxima (km/h): 210.
De 0 a 100 km/h (seg.): 8,4.
Consumo medio (l/100 km): 5,5.
Emisiones CO2 (gr/km): 132.
Precio (euros): 40.740.