¿Puede cualquier coche convertirse en un modelo híbrido?
Los coches híbridos son una gran solución para aquellos compradores que no se deciden a apostar por los motores eléctricos puros pero que sí quieren reducir sus emisiones y ahorrar en combustible.
Mientras que el mercado asiático decidió apostar en un primer momento por esta tecnología, el europeo se decantó por el gasóleo y, ahora, tras el nuevo cambio de mentalidad, estos fabricantes han tratado de modificar sus modelos preexistentes y convertirlos en híbridos de diferentes tipos. Pero, ¿es esto posible?
Pues, básicamente, todo depende del tipo de hibridación a la que se someta el vehículo. Por ejemplo, con modelos microhíbridos de 12, 24 y 48 voltios (que imitan el sistema Start&Stop pero lo mejoran), no hay problema. Pero con motorizaciones más grandes la cosa se complica.
En este tipo de motores el peso del eléctrico es más grande, por lo que es también más complicado cambiar de un único motor de combustible a una combinación de ambas variantes. Aunque la dificultad también depende mucho del estilo del coche.
Si se trata de un familiar o un todoterreno, probablemente habrá espacio de sobra para colocar la batería eléctrica pero en caso de contar con un coupé o un utilitario el proceso será casi imposible.
Es por esta razón que muchos fabricantes han decidido, en este tipo de modelos de vehículo, apostar por una electrificación pura y dejar de lado los motores de combustión, ya que el coste de la hibridación no es rentable.
Sin embargo, es mucho más habitual ver grandes SUV o familiares híbridos enchufables o semihíbridos, ya que la conversión del motor de combustible al mixto es mucho más sencilla.
Aún así, esta tecnología híbrida está considerada en algunos sectores como un parche de transición entre los combustibles tradicionales y lo eléctrico. La adaptación de modelos de gasóleo o gasolina a una forma híbrida radica en la dificultad de crear de cero modelos híbridos puros de forma sencilla y rentable.