Un mal calzado de invierno a la hora de conducir puede ser motivo de accidente
La llegada del invierno obliga a hacer cambio de armario y a adaptar nuestros estilismos a lo que marca el termómetro. Es la temporada de los abrigos voluminosos y de las botas altas con suelas gruesas que protejan los pies del frío pero ¿todos los looks son aptos para conducir?
El uso de abrigos al volante, que puede llegar a estar incluso sancionado con una multa económica (dependiendo del agente que nos de el alto), es una costumbre muy peligrosa ya que en caso de colisión puede dejar el cinturón de seguridad sin efectividad.
Otro complemento que puede poner en riesgo a todos los ocupantes de un vehículo es el calzado. Al igual que en verano está completamente desaconsejado el uso de chanclas a los pedales, en invierno también es recomendable hacer una elección inteligente de los zapatos que se utilicen.
Los inconvenientes de las botas altas, los botines o los zapatos de montaña es que limitan los movimientos del pie. Si el calzado es muy alto puede restringir la movilidad del tobillo y si es muy rígido puede afectar a la sensibilidad a los pedales. Durante los días de frío y nieve es habitual utilizar zapatos con suela gruesa y de goma, ya que aíslan el pie y lo mantienen seco, pero a la hora de conducir pueden ser un peligro, ya que falsean el contacto con los pedales.
Por lo tanto, el modelo más idóneo para conducir durante el invierno es el mismo que en verano: zapatos o zapatillas cómodos y ligeramente flexibles, con suela media, que permitan la movilidad y la sensibilidad total de los pies. Y, a modo de recordatorio, hay que destacar que el calzado debe estar seco: en caso de lluvia (o nieve, como este fin de semana) el zapato puede resbalar al contacto por el embrague o el freno, dándonos un buen susto. Lo aconsejable es secar las suelas en las zapatillas antes de iniciar la marcha.